MÁS ALLÁ DEL VER ESTÁ EL MIRAR.





Fernando Vásquez Rodríguez en el artículo llamado más allá del ver está el mirar. Hace una aclaración al comienzo de Cara, rostro y máscara y es impactante saber que “la cara forma parte del cuerpo; el rostro está prendido a nuestras imágenes y la máscara evita el gesto, o mejor, detiene el tiempo. La máscara es lo eterno.”

Afirma que tiene un grado de importancia hablar de lo anterior para entrar en una profunda interpretación como lo es la semiótica en el ver y el mirar; las cuales poseen una gran diferencia “El ver busca cosas inmediatas, con el ver se nace; el mirar, por el contrario es el sentido, está en directa relación con nuestra forma de socialización, el mirar se aprende.”

¿Pero entonces que tiene que ver la semiología con el ver y el mirar? pues bien; esta surge de la conversión de la vista a la mirada; el ver permite al hombre oportunidades para visualizar pero el mirar lo forma para entender y/o cambiar la realidad proceso que se aplica con los símbolos.

"Todo es según el color del cristal con que se mira" es importante tener en cuenta que las percepciones de todos son distintas al igual que cuando nos cerramos a mirar e interpretar cosas que no tienen derivación.

“La mirada dice sin hablar. Es un lenguaje especial. Un acto, una pragmática.
De allí su poder y su carga de seducción. Sin que pronunciemos una palabra, la mirada establece puentes de comunicación, inaugura sentimientos, enciende pasiones. La mirada comunica y comunica ambiguamente. Es misteriosa. Abre y oculta a la vez… La mirada es el habla del silencio. Callar es hablar con la mirada” Sin embargo a pesar de que el ver lo poseemos todos, el mirar lo podemos adquirir a través de los tiempos y que el silencio tiene la capacidad de transmitir muchos sentimientos y definiciones, es muy complejo ser objetivos en un proceso basado en la subjetividad.

“La mirada es un dominio. Ser mirado es estar expuesto. Mirada y desnudez son polos de un mismo acto. Cuando miramos develamos o desvelamos: quitamos los velos o el sueño. Ser objeto de mirada es como andar desnudo. Cuando alguien nos mira ejecuta en nosotros una expoliación. Pensemos que buena parte de la "urbanidad de la mirada" estriba en ese no desnudar de una vez, en mirar con cierto disimulo, en mirar discretamente. Y en esa misma urbanidad del mirar se inscriben también el pudor y la perversión”. Por lo anterior todos tenemos la responsabilidad de transforma la mirada del poder por el poder de la mirada; para evitar que este campo se convierta en una jerarquía en vez de un trabajo en equipo tal vez

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